Epifanía en griego significa «manifestación». En Occidente recordamos la visita de los Reyes Magos: a través de este acontecimiento, el Señor se «manifiesta» a los paganos, y por lo tanto, al mundo. En las Iglesias orientales, esta solemnidad subraya la «manifestación» trinitaria durante el Bautismo de Jesús en el Jordán. Si en el centro del día de Navidad está el nacimiento del Niño, en la Epifanía se destaca que este Niño pobre y débil es el Rey Mesías, el Señor del mundo. Con la Epifanía se cumple la profecía de Isaías que la liturgia ha elegido como primera lectura: «Levántate y revístete de luz, porque tu luz está llegando» (Is 60,1ss), como si dijera: no te cierres, no te desanimes, no te quedes preso de tus convicciones, no te desmoralices, reacciona, ¡mira hacia arriba! Como los Reyes Magos, mira las estrellas y encontrarás a «la estrella” Jesús.
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