Más del 60 por ciento de la población mundial empleada, es decir, 2 000 millones de mujeres, hombres y jóvenes, se ganan la vida en la economía informal. La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve la vulnerabilidad de los trabajadores informales ya que, a menudo, carecen de cualquier forma de protección social o beneficios relacionados con el empleo. Ello se traduce en que tienen el doble de probabilidades de ser pobres en comparación con los trabajadores regulados.
La mayoría de las personas ingresan a la economía informal no por elección, sino debido a la falta de oportunidades en la economía formal.
Promover la transición a la formalidad de estos empleos es una condición necesaria para reducir la pobreza y las desigualdades, promover el trabajo decente, aumentar la productividad y la sostenibilidad de las empresas y ampliar el campo de acción del gobierno, especialmente en tiempos de crisis.
De conformidad con la «Recomendación sobre la transición de la economía informal a la economía formal, 2015» (núm. 204), se deben considerar las circunstancias nacionales a la hora de establecer múltiples estrategias integrales y coherentes que faciliten el paso a la economía formal, entre ellas, estrategias con perspectiva de género. La identificación de los incentivos adecuados y la eliminación de los obstáculos a la formalidad son esenciales. En el contexto de la crisis del COVID-19, prevenir la informalización de los empleos formales también cobra particular importancia.
La economía formal conlleva un proceso complejo y gradual. Como parte de este proceso, se necesitan estadísticas confiables y relevantes para comprender mejor las características y los impulsores de la economía informal, así como monitorear el progreso hacia la formalización. Muchos países están utilizando las nuevas tecnologías para facilitar la transición del empleo informal al formal a través de herramientas de formalización electrónica, como sistemas de bases de datos electrónicas para una identificación adecuada del empleo y un acceso más amplio a las TIC y el comercio electrónico.
La Agenda 2030 y el informe del Secretario General sobre «Nuestra Agenda Común» reconocen como prioridad la transición a la economía formal y pide que se establezcan hojas de ruta para integrar a los trabajadores y empresas informales en las economías formales a fin de beneficiarse de la plena participación de las mujeres en la fuerza laboral y reducir las desigualdades de manera más amplia. En virtud de un nuevo acuerdo de asociación entre la OIT y el PNUD, las dos organizaciones acordaron emprender una programación conjunta para generar vías hacia la formalidad, que también apoyará el «Acelerador mundial para el Empleo y la Protección Social» hacia una transición justa.
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