La memoria litúrgica de hoy conmemora las apariciones de la Virgen María en Lourdes a partir del 11 de febrero de 1858. La protagonista de este acontecimiento fue una joven llamada Bernadette Soubirous, que hoy se cuenta entre las filas de las santas. La Virgen María se le apareció dieciocho veces en una gruta junto al río Gave. Los detalles de esta experiencia fueron recogidos por la comisión diocesana encargada de examinar los hechos.
Así, sabemos que Bernadette estaba junto al río con su hermana y una amiga cuando oyó una especie de «ráfaga de viento» que venía de una cueva. Se acercó, pero las hojas de los árboles estaban inmóviles. Mientras intentaba comprender, oyó un segundo «ruido» y vio una figura blanca que parecía una Señora. Temiendo sufrir alucinaciones, se frotó los ojos, pero Ella seguía allí. Sin saber qué hacer, sacó el rosario del bolsillo y comenzó a rezarlo; la Virgen se unió a su oración. Más tarde le confió a su hermana lo que había sucedido; también se lo contó a su madre, que le prohibió volver a ese lugar.
Pero Bernadette sentía una fuerza interior que la empujaba a volver a la gruta. Después de mucho insistir, su madre se lo permitió. El 14 de febrero, la joven regresó a la cueva con un grupo de amigas, y se produjo una segunda aparición.
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